sábado, 3 de octubre de 2009

Juguetona, unas esposas y una vela...

Juguetona, unas esposas y una vela…

¡¡¡Por fin!! Las tenía echadas el ojo a ellas y a esa vela que huele tan bien… pero Ana solo me dejaba coger una cosa de La Maleta Roja por vez… Pero esta vez la he “engañado” con la excusa de que hacia tiempo que no me llevaba nada… mi chico se iba a quedar… jaja

Tenía que preparar la vela encendida, poquita ropa, cara picara y las esposas en la mano… ¿Me dejaría jugar con él? La verdad es que nunca me habían tentado las esposas, pero… en esta ocasión podían ser divertidas…

Cuando mi chico me vio no os imagináis su sonrisa, hasta que vio las esposas y se convirtió en interrogante… mi sonrisa juguetona le hizo darse cuenta de que ganaría dejándose hacer… le fui quitando la ropa lentamente, dejando escapar algunos besos, pero sin casi tocarle… solo de vez en cuando con las esposas, la felpa que las recubre le hacia cosquillas… una vez que conseguí tenerle desnudito le hice tumbarse de manera que sus brazos quedaron sujetos con las esposas… Empecé a darle besito, a juguetear con él… sus sonrisas y sus sonidos me decían que no le disgustaba… yo miraba la vela de reojo y sonreía, cinco minutitos mas… (Ana me había dicho que unos 20)

Había llegado el momento que provocaba mi sonrisa. Despacito cogí la vela, este cambio de ritmo le hizo mirarme con cara interrogante, de nuevo… es divertida la sensación de ir a sorprenderle gratamente y jugar con esa incertidumbre… Con la mejor de mis sonrisas picaras me acerque a la vela, la sople y despacito la puse sobre él, inclinándola lo justo para que cayesen unas gotas en su torso… su cara ese instante, hasta que noto la sensación calida, que no caliente, del aceite de masaje, no tenía precio… Era esa mezcla entre ¿Qué haces? Y haz lo que quieras, confío en ti y tu sonrisa me dice que puedo hacerlo…

Si ya la habitación olía al aroma afrodisíaco de la vela, al empezar a darle un masaje se hizo aún mas intenso y su efecto fue…

Pasar del juego ligero y divertido a perder el sentido del tiempo disfrutando de un masaje, sin prisas, ahora masaje, ahora caricia, con la ventaja de que las esposas le impedían tratar de corresponder, él solo podía disfrutar y yo con él…

El resto como siempre… es otra historia… tu pones la continuación y disfrutas del final… y si quieres me lo cuentas!!! Jaja

Juguetona